Aprovechando esta entrada relacionada con la "acción tutorial" para prevenir los conflictos en el aula, me gustaría contaros una situación de la que yo fui testigo y de la que no he tomado realmente conciencia de lo que supuso hasta este momento.
Una de las características de la adolescencia es el querer ser aceptados por el grupo social, evitar su rechazo y, por ello, en muchas ocasiones, los jóvenes se ven obligados a aceptar las normas de comportamiento establecidas por el grupo. Como consecuencia de esto, todos los componentes de ese grupo seguirán un determinado comportamiento, ya sea bueno o malo, pero sienten la necesidad de hacerlo. Y eso mismo pasó cuando yo estaba en tercero de la ESO, una situación complicada de la que yo realmente no era consciente, pero que hoy en día, tomando una visión como docente, veo como se trataba de un conflicto importante en el que había que tomar partido por parte del tutor, y no fue así.
En mi clase había una compañera que desde su llegada al centro sufrió bullying en casi todos los cursos, nunca fue aceptada por los compañeros, se decía que tenía falta de higiene, que era insoportable estar a su lado y mucho menos tratar con ella. Por si no fuese poco todo aquello que tenía que sufrir cada día, los compañeros la atacaban con constantes comentarios negativos, despreciables , y dañinos. Entre estos compañeros debo reconocer que estaba yo, de lo que no me siento orgullosa y, sin duda, reconozco que los culpables eramos nosotros, quienes rechazamos a esa compañera desde el principio, sin darle la oportunidad si quiera, de hablar con nosotros. Sin embargo, aunque no es excusa para justificar ese comportamiento, no dejábamos de ser adolescentes, guiados por unas reglas y dictados sociales que había que seguir para sentirnos personas "guays" o "los mejores", y era necesario que alguien nos frenase los pies ante estos comportamiento, y ahí, personalmente, considero que está el error: nadie nunca nos quitó la razón, todo lo contrario ,nuestra tutora nos decía que teníamos razón, que nos entendía, pero que debíamos aguantar. ¿Qué ocurrió? nos sentimos con más fuerza, pues la propia tutora se posicionaba a nuestro lado y eso suponía que no hubiese una reprimenda ni castigo por atacar a esa compañera.
Ahora bien ¿es realmente la solución al problema tomar una actitud como esta? No, sin duda no lo es. Como experiencia personal que viví, lo último que se puede hacer es tomar esta postura, por mucho que creas que esos alumnos tienen razón, pero no creo que sea aconsejable posicionarse. Así pues, una de los aspectos que hay que tener en cuenta para poder prevenir este tipo de conflictos en el aula es la actitud que toma el tutor al respecto, una actitud que debe ser neutral, atendiendo la versión de ambas partes y siempre tratando con respeto a los involucrados.
Una de las características de la adolescencia es el querer ser aceptados por el grupo social, evitar su rechazo y, por ello, en muchas ocasiones, los jóvenes se ven obligados a aceptar las normas de comportamiento establecidas por el grupo. Como consecuencia de esto, todos los componentes de ese grupo seguirán un determinado comportamiento, ya sea bueno o malo, pero sienten la necesidad de hacerlo. Y eso mismo pasó cuando yo estaba en tercero de la ESO, una situación complicada de la que yo realmente no era consciente, pero que hoy en día, tomando una visión como docente, veo como se trataba de un conflicto importante en el que había que tomar partido por parte del tutor, y no fue así.
En mi clase había una compañera que desde su llegada al centro sufrió bullying en casi todos los cursos, nunca fue aceptada por los compañeros, se decía que tenía falta de higiene, que era insoportable estar a su lado y mucho menos tratar con ella. Por si no fuese poco todo aquello que tenía que sufrir cada día, los compañeros la atacaban con constantes comentarios negativos, despreciables , y dañinos. Entre estos compañeros debo reconocer que estaba yo, de lo que no me siento orgullosa y, sin duda, reconozco que los culpables eramos nosotros, quienes rechazamos a esa compañera desde el principio, sin darle la oportunidad si quiera, de hablar con nosotros. Sin embargo, aunque no es excusa para justificar ese comportamiento, no dejábamos de ser adolescentes, guiados por unas reglas y dictados sociales que había que seguir para sentirnos personas "guays" o "los mejores", y era necesario que alguien nos frenase los pies ante estos comportamiento, y ahí, personalmente, considero que está el error: nadie nunca nos quitó la razón, todo lo contrario ,nuestra tutora nos decía que teníamos razón, que nos entendía, pero que debíamos aguantar. ¿Qué ocurrió? nos sentimos con más fuerza, pues la propia tutora se posicionaba a nuestro lado y eso suponía que no hubiese una reprimenda ni castigo por atacar a esa compañera.
Ahora bien ¿es realmente la solución al problema tomar una actitud como esta? No, sin duda no lo es. Como experiencia personal que viví, lo último que se puede hacer es tomar esta postura, por mucho que creas que esos alumnos tienen razón, pero no creo que sea aconsejable posicionarse. Así pues, una de los aspectos que hay que tener en cuenta para poder prevenir este tipo de conflictos en el aula es la actitud que toma el tutor al respecto, una actitud que debe ser neutral, atendiendo la versión de ambas partes y siempre tratando con respeto a los involucrados.
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